martes, 25 de febrero de 2020

Flos Sanctorum



En el Flos Sanctorum
de la Santa Madre Iglesia
figuran los nombres
que a mí más me enseñan
porque tengo de ellos
sus Obras Completas,
que son ejemplares
de vidas perfectas.
Leo a San Jerónimo
y a santa Teresa,
leo a san Bernardo
en su cisterciensa
Cluny derramada
por la tierra entera,
leo a san Francisco
y a Catalina de Siena,
leo al Juan de la Cruz
que se fue por la Alameda
del Parral segoviano
a las orillas del Eresma,
tras el Pastor Amado
como dócil oveja,
leo al San Juan de Patmos
que inclinó su cabeza
en el pecho de Cristo
yen su estancia viajera
redactó la apocalíptica
y terrible advertencia
del fin del mundo
que de momento no llega,
leo al Ignacio
de Loyola, que abreva
a Francisco Javier,
con el que tan bien se lleva
en el París de la Sorbona,
cumbre de Las Letras,
antes de que parta a China
en su misión misionera,
y leo a Juan de Dios
ensu Granada curandera,
y a otro Juan, el de Ávila,
quecon sabia docencia
adoctrina a su pueblo
en la Verdad eterna.

Como monaguillo
de las vinajeras,
ya intuí desde niño
cuálseríala senda
a seguir en mi vida
con un libro acuestas:
el Sancta Sanctorum
de la Madre Iglesia.
Leo a bastantes más
maestros y maestras
pero me paro aquí
por no abrumarcon mis propuestas.
Tomás de Aquino
se me queda a la diestra
cristianizando la
filosofía griega,
y cien Papas y mártires
y cien monjas profesas
y cien reyes y príncipes
de medievales épocas.
El Espíritu sopla
todavía entre rejas
en esta España isidoriana,
bella, bella…,
de transparentes ríos
y eminentes cabezas.
Si os sirvió de provecho
mi alocución serena,
muchas gracias, lectores,
bendita sea.

918470225    

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