Por la
cuaderna vía de los poetas clérigos,
tan
buenos como sabios, tan saludables ellos,
me
expando día a día despachándoles versos
a
aquellos que los lean con contento y afecto.
Sustento
son del alma. Por eso se merecen
del
hombre peregrino su atención más consciente.
Que los
lean procuro y que como yo se acerquen
a sus
fuentes de vida manantial y corriente.
Por sus
catorce sílabas gotean y gotean
máximas
y refranes, sugerencias e ideas
de cómo
acomodar la terrible existencia
a una
paz duradera por difícil que sea.
Hoy al
reloj cansado de la vida doy cuerda,
cuerda
larga de amor que en amor me sostenga
en vilo
mucho tiempo y a mi propia manera,
como la
de los ángeles pero con plumas nuevas.
Dadme
plumas, gran Dios, para volar certero
allá
donde Tú estás preparándome el cielo.
¿Cuántas
habitaciones dispondrás a mi cuerpo
y mi
alma y mi mente y mis dorados sueños?
No
tengo prisa, Dios, pues que eterno Tú eres.
Te
llevaré bien hechos los debidos deberes.
Espérame,
Señor, poderoso y clemente,
que
Apuleyo te sirve como fiel escribiente.
918470225
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