lunes, 24 de febrero de 2020

El autor en su columna de papel



Si no fuera por mis utensilios
-tinta,  papel y bolígrafos…-
y por mis máquinas velocípedas
-ordenador, móviles y tabletas-
¿qué escribiría yo?
Aún no hallé la solución
por más de que cada día
rebusco en el alma mía
y le suplico a la mente
que se agite febrilmente
enrespuesta a esta cuestión.

Si no fuera por mis plumas
empinadas en columnas
de periódicos fluyentes,
competentes e influyentes,
¿qué describiría yo
que mereciera el honor
de que alguien bien me leyera
hondamente o a la ligera?

Si no fuera escritorzuelo
¿iba a gozar del anzuelo
de la palabra sonora,
limpia, libre, encantadora,
que al lector siempre dejara
junto a la yema la clara
de un pensamiento sutil
que hiciera al invierno abril?

Si no fuera ese Cronista
de sociedad a la vista,
¿a qué iba a estar yo aquí
al igual que un berbiquí
mental punzando tus ojos?
Ya tendría otros antojos,
ya simplemente leería
y me reconocería
con la visión o videncia
de más diversas conciencias.      

Esta zoqueja columna
que mis escritos encumbra
es la suprema evidencia
de que toda mi existencia
consiste en os advertiros
de que nunca me retiro
porque estoy a vuestra vera
con la pluma mensajera.

Contad conmigo, lectores.
Os iré haciendo mejores
en el camino vital.
Ánimo, que soy viral.
Buenos días, mucha suerte,
lejos nos queda la Muerte.
Jamás quisiera perderos.
Estos son mis derroteros.
La mano en el corazón:
¿Y los vuestros, cuáles son?

                                                          918470225                                                       



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