Si no fuera
por mis utensilios
-tinta, papel y bolígrafos…-
y por mis
máquinas velocípedas
-ordenador,
móviles y tabletas-
¿qué
escribiría yo?
Aún no hallé
la solución
por más de
que cada día
rebusco en
el alma mía
y le suplico
a la mente
que se agite
febrilmente
enrespuesta
a esta cuestión.
Si no fuera
por mis plumas
empinadas en
columnas
de
periódicos fluyentes,
competentes
e influyentes,
¿qué
describiría yo
que
mereciera el honor
de que
alguien bien me leyera
hondamente o
a la ligera?
Si no fuera
escritorzuelo
¿iba a gozar
del anzuelo
de la
palabra sonora,
limpia,
libre, encantadora,
que al
lector siempre dejara
junto a la
yema la clara
de un
pensamiento sutil
que hiciera
al invierno abril?
Si no fuera
ese Cronista
de sociedad
a la vista,
¿a qué iba a
estar yo aquí
al igual que
un berbiquí
mental
punzando tus ojos?
Ya tendría
otros antojos,
ya
simplemente leería
y me
reconocería
con la
visión o videncia
de más diversas conciencias.
Esta zoqueja columna
que mis escritos encumbra
es la suprema evidencia
de que toda mi existencia
consiste en os advertiros
de que nunca me retiro
porque estoy a vuestra vera
con la pluma mensajera.
Contad conmigo, lectores.
Os iré haciendo mejores
en el camino vital.
Ánimo, que soy viral.
Buenos días, mucha suerte,
lejos nos queda la Muerte.
Jamás quisiera perderos.
Estos son mis derroteros.
La mano en el corazón:
¿Y los vuestros, cuáles son?
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