en el pueblo
de mi padre
y en
Fuentidueña también.
La busca de
las raíces
le sienta al
alma fetén.
A los
abuelos y abuelas
siempre
recordar debéis.
La memoria
es un baúl
en el que el
amor meter
y ese amor
se lo ganaron
puesto que
desde bebés
os cuidaron
y guiaron
por la senda
del querer
como
ancianos venerables
por su
manera de ser.
Flores de su
sangre sois
que empezáis
a florecer,
y daréis
frutos como ellos,
frutos de
sabor de miel.
En Cozuelos
fue mi madre
una señora
de bien
siempre,
siempre trabajando
para
hartarnos de comer
plátanos y
chocolate,
sardinas a
tutiplén,
jamón
serrano, chorizo,
pollo,
conejo, avecrém…
y ranas,
ancas de rana,
o sea, patas
y pies,
que el
sacristán le pescaba
en el Cega,
ciego él,
pues es un
río que se hunde
en la arena
pinarés
y solo de
cuando en cuando
saca la
cabeza a ver
los lirios y
los cañizos
que pinta
con su pincel
mientras
discurre a sus anchas
por rocas,
yesos y gres.
Y aquí en La
Villa, pues villa
real de
descanso fue
para el
trono de Castilla,
mi madre,
digo, mi madre,
no “ma-má”
de otra niñez,
cargaba
mostelas de uvas
y por San
Blas a través
se las
bajaba del monte
con el sudor
de su piel.
Un día hasta
una serpiente
se le
enroscó, y ella que
no tenía
miedo a nada…
se la
despachó después.
“Al
estómago”, se dijo;
solo la
quitó la piel.
Aquí el buen
tío Juanito
me tiraba
pez tras pez
cuando yo
era pequeñito
y no sabía
leer.
Y yo se los
recogía
porque había
que comer.
Pero un día
se acercaron
los civiles
del cuartel
y nos
quitaron diez barbos,
una anguila
y un retel.
(El retel a
los cangrejos
no les
sienta nada bien,
pues se
asfixian los moluscos
en cuanto el
aire les dé).
Y aquí Rufi
y Angelines,
siguiendo su
parecer,
parecer del
tío Juanito,
que adobes
sabía hacer,
tienen un
horno de adobes
pajizosos en
el que
asan
pequeños corderos
que no dicen
más que beee, beee…
y saben a
gloria pura
con un
vinillo… o sin él.
Así que:
Héctor, Mateo,
Pablete de
Apu y Raquel,
Alba, Manolo
y el resto
de los Sotos
y Moneos
y ¡eh, eh,
eh!, aprended,
y cuando
seais mayores
ya sabréis
lo que hay que hacer:
estudiar y
trabajar
y buena vida
tendréis.
No quiero
pasar por alto
que el
consejo cumpliréis;
cumplidlo
cual os lo mando
y muy
felices seréis.
Los consejos
de los viejos
valen hasta
la vejez.
Pero esa os
llegará tarde.
Ahora a
jugar, que también
jugando se
aprende mucho;
hay que
jugar, ¡qué joer!
(Perdón por
la palabrota.
Bueno,
tranquilos, pesado
no es mi
estilo, y lo entendéis.
¡Altos los
vasos y copas,
que el
cristal transparente es
y el vino,
el champán o el agua
a gusto se
dejan ver!
Vaya por
todos nosotros
aunque no
tengamos sed
este líquido
elemento
que Dios nos
pone a beber.
¡A la una, a
las dos…
y a las
tres, he dicho tres!
Por tanto,
queridos míos
levántense,
levántense.
A por peces
y cangrejos
o a bañarse.
FIN o END.
918470225
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