Detrás del
contenedor
de basuras y
excrementos,
cartonajes y
cristales…
allí se
encontraba abierto
—pegadito al
Acueducto
romano del
Azoguejo—
un féretro
destinado
a ser causa
de recreo
entre la
nieve caída
del infantil
mes de enero,
pero con tan
mala leche
que el
espectáculo tétrico
no divirtió
al personal
sino que lo
puso fiero.
La Segovia
zuloaguesca
se
pronunciaba sin freno:
“¿qué pinta
este trasto aquí?
¿se fue de
parranda el muerto?
¿qué
pretenden los bromistas?
¿dónde se
encuentran los dueños…?”
y así otras mil expresiones
que referir no deseo.
Juego siniestro sin duda,
juego, simplemente juego,
ya que la vida y la muerte
se turnan cada momento
y no sabemos en dónde
ni cuándo feneceremos.
Tuvo que ser la “secreta”
la que descubrió el misterio
y pidió a los empleados
del bar Hook —bar nada estético—
que recogieran el trasto,
para ellos… puro atrezzo.
Y aquí se acaba la historia,
la vuelta al mundo de un féretro.
91 8470225
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