para
suavizar el cambio
del pasado a
este presente
en el que
estamos inmersos
en lo mismo,
erre que erre,
sin
respuestas adecuadas
a preguntas
de la gente.
Necesitamos
agallas,
necesitamos
aceite
para empatar
la razón
con el
corazón ardiente.
De un lado
los sometidos,
del otro los
prepotentes,
y así no
obtenemos, pena,
—porque se
nos hurta siempre—
lo que más
presuponemos
ni lo que
más nos conviene:
seguridad
del gobierno
en aquello
que defiende
y su estancia
mantenida
contra todos
los reveses.
¿Hasta
cuándo, señor mío,
esta lucha
permanente
entre los
que el cambio ansían
y los que
tanto le temen?
Cambiar, sí,
hacia delante;
cambiar, sí,
pero de aceite
para que el
motor del cambio
funcione
potentemente.
En esas
estarán todos,
aunque les
duela y les pese.
A recambiar
por España,
que en el
progreso no cede,
y ya saben
de quién hablo,
de aquel que,
por intereses,
mantenerse
en el machito
o en la
oposición prefiere.
91 8470225
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