Soy feliz porque tengo
una mujer que me ama
y a la que amo, ínsita en mí.
Es verdad que me pide
palabras y palabras, siendo yo silencioso,
pero así me llena más al vaciarme en ella.
Se entrega sin rubor y sin temor,
y a veces llora de impotencia
por no obtener respuesta al bien que dona.
Aunque enseguida se consuela
porque sabe que amar es padecer
tanto como gozar a cuerpo entero.
Dichosos de vosotros,
si como yo alcanzáis
que una mujer os dé su amor.
Mayo es propicio a ello.
Perseguidla entre flores
y podréis recoger su corazón en el camino de la vida.
91 847 02 25
a.sotopa@hotmail.com
Excelente Apuleyo, me es grato ver este hermoso poema; y lo mejor: el aliento que derrama en amor reconocible arriba de las propias confesadas limitaciones. Tal vez, no tantas; pero seguras por gracia allí donde el objeto de tu amor aparece por alto amante y amado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. Al