Siento que me borbotean las neuronas cuando me siento a escribir
y como ondas tributarias
me allegan y dan de sí
ideas y pensamientos del cotidiano vivir.
Ojalá que os ocurra
a vosotros lo que a mí.
Vienen de célula en célula como orugas oro abril
y se debaten entre ellas cuál palabrita elegir
para expresarla a mi gusto y al del seguidor gentil
que a diario me lee
como rasgando un violín.
Y eso es maravilloso, lo juro que es así
porque el lector curioso se sobrepone a mí,
y yo gustoso
con su talán, tilín,
por un campo de flores de mayo y abril.
Se expanden enredadas de mil a cien mil
por el cerebro humano dispuesto a ese fin,
que es el que nos entendamos
en España y en Pekín.
Cerebro humano,
qué bello jardín
de anémonas y rosas, todas pitiminí,
todas saliéndose a flote
por la boca carmín
y por la mano blanca
que no se cansa de escribir: lirio, nardo, lavanda,
lila, cactus, alhelí,
azucena, tulipán,
caléndula o colibrí.
Me paro, amigos,
me paro aquí,
porque es que tantas
maravillas os podría decir
que la pantalla de internet
se quedaría estrecha en tal perfil.
918470225
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