Nos vestimos por los pies
y andamos por los pies también
el hombre y la mujer.
Los pies nos aseguran,
los pies nos reencaminan,
los pies nos determinan,
sostienen y configuran.
Ataduras las mínimas,
solturas todas,
masculinas y femeninas
de señores y señoras.
Y de gatos y de perros,
de gorilas y de pájaros,
de lobos, zorros y ciervos
y de ilustres patizambos
como el lustrado Quevedo.
Dadme pies, llamadme tonto
mientras que yo siga andante
por el mar del Helesponto
y desde ahí en adelante
por la tierra puro polvo.
¡Oh los benditos podólogos,
cuántas gracias darlos hemos,
pues que nos cuidan a modo
de cirujanos supremos!
Dios puso a la especie humana
en un jardín de delicias
y desde entonces se incia
una carrera espartana
que la meta ve propicia
a su propulsión piediana.
No saltaría la rana
si pies no tuviera ella,
que desde la verde yerba
se tira al agua y se salva
de ser ahogada
la verde doncella.
Pongo fin a esta eutrapelia
que conservo hasta mañana
aunque me dé vuelta y media
con su apostura galana.
918470225
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