Soñar es
otra forma de vivir y yo vivo intensamente, dúplicemente.
En sueños me
veo ingenioso, sutil e infantil, pero de ahí no paso ni falta que me hace.
Reconstruyo
visiones de mi vida pasada, levanto escenarios teatrales entre luces desperdigadas,
les pongo diálogos y acotaciones a mis personajes memorables y acudo a sus
estrenos como un asistente más, casi sin darme cuenta de lo que observo. Son
fantasmadas nada más. Pero en ellas creo y me recuesto.
¿Son reales
o irreales? ¿Cómo es que mi mente se aferra a ellos y los mantiene enhiestos?
También lo ignoro.
Con los ojos
cerrados y en la oscuridad de la noche, vago y divago. ¿Para qué? Para nada en
definitiva o para yo qué se qué.
Me hubiera
gustado ser Sigismund Freud para estudiar e interpretar los sueños. Algo de él
leí en sus Obras Completas, pero enseguida me cansé. Me resultaba difícil,
abstruso y enigmático. ¿A ustedes también? Es posible, si no seguro, además.
Ahora mismo
voy a abrir otra vez sus OC para enterarme de verdad de lo que digo sin
comprender.
Ya lo
escribió Calderón, “la vida es sueño y los sueños, sueños son”.
¿Somos
entonces sólo imaginación, ficción, inventiva y no carne y hueso también? ¿Se
reparte el alma por todo el cuerpo bajo la piel finísima o reside sólo en el
cerebro y el cerebelo enroscados? ¿Existe el alma que no vemos como existe el
aire que tampoco vemos y sin embargo respiramos? Nunca lo sabremos en su
totalidad.
¿Soñamos
despiertos o únicamente dormidos? ¿Nos despertamos nosotros, a voluntad propia,
o nos despierta alguien omnipotente que habita en nuestro interior hondísimo?
¿Y quién es
ese que no se muestra a la cara y que, sin embargo nos domina, se superpone a
nuestra fragilidad, pequeñez e inferioridad?
¿Y qué hago
yo aquí disertando sobre los sueños si no son más que un invento robótico, una
ficción sin fundamento, una explosión sucesiva y permanente de imágines
montadas en la escalera del tiempo y el espacio? ¿Son el espacio, infinito, y
el tiempo, inmortal? Y yo qué sé. ¿Existíamos antes de ser engendrados y de
salir del vientre de la madre, y seguiremos existiendo en una nube nebulosa
como las noticias que duermen en internet hasta que alguien intente
rescatarlas? Misterios, misterios, misterios del Más Allá, al que estamos
advocados hasta el Valle de Josafat.
Antes tendrá
que ocurrir el Apocalipsis predicho por el Apóstol San Juan, aquel que aposentó
su cabeza virginal sobre el pecho de Cristo en la Última Cena de la noche
lunar.
918470225
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