y Kim
Jong-un
se dan un
abrazo
que mola
mazo,
intentando
aparcar
la guerra
nuclear
¿por qué no
juntamos
todos las
manos
de par en
par?
Viva el
comercio
y viva el
bebercio
con
moderación.
Adiós al
botón
rojo de la
muerte.
Que el mundo
despierte
de esa
pesadilla
—ladilla,
ladilla—
que al
hombre carcome
allí donde
pone
su pie la
ambición.
Otra cosa
son
esas
nucleares
centrales
dispares
que la luz
eléctrica
lleva a los
hogares
silenciosamente.
Corazón y mente
se hallarán
de acuerdo
—un acuerdo
cuerdo—
si funcionan
bien
con un ten
con ten
como ahora
están.
Así que…
dejarlas.
No hay por
qué pararlas,
no hacen
ningún mal.
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