grisáceos,
leves, autónomos
de la pipa
que me fumo
y así me
intoxico solo.
Mis lágrimas
caen lánguidas,
mis lágrimas
son perlas de oro.
Tanto fumar
y llorar
se me funden
en un todo
con la pluma
en el papel
y los dedos
en las letras del ordenador sonoro.
¿Para qué
llorar, llorar,
sin
encontrar acomodo
en las
lágrimas saladas
de un mar de
pena de fondo?
Que se
contengan les pido,
pero bajan,
lloran, lloro
y no logro
sujetarlas
en el cielo
de los ojos.
Virgencita,
déjame
como estoy
con puño en rostro
limpiándome
el lacrimal
horroroso.
Te juro que
así veré
lo que no
ven otros, otros
a los que
una viga enorme
les tapa
chorros y chorros.
Lágrimas,
Dios mío, lágrimas
de plata,
que no de oro,
corriéndose
por mis venas,
corriéndose
por mis pómulos
y yo
esperando que un día
acudan en mi
socorro.
Si es que la
vida es así,
dejadme
llorar imploro.
Y aquí paz y
santas pascuas
o carnavales
y toros.
Todo sea
porque el mundo
ruede en su
rueda, qué coño,
qué río de
aguas caudales,
qué pozo,
Señor, qué pozo.
91 8470225
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