flor de las
flores,
vengo a
rendir
pleitesía
viril
en este
encuentro
de mis
amores
por el
románico
sacro y
civil.
Escúchenme
todos
los
gloriosos doctores
del viajar,
el comer,
el beber y
el vivir
la crónica
del viaje
que acabo de
escribir.
Parada y
fonda en Huesca
llegados de
Madrid.
Bajada de
maletas.
Hagámonos oír
Hotel Pedro
I,
del Aragón gentil.
Que suban
los Gloriosos,
que aquí
hemos de dormir
junto a la
Catedral.
Con sus
mujeres, sí,
que el clima
nos avisa
de que es
mejor así.
Pero antes,
si os peta
cenar o
pasear,
bien solos o
en redil,
por el
capitolino
centro
histórico-artístico…
lo tenéis justo
aquí.
Hay varios
restaurantes
de estrellas
Michelín.
Adelante,
adelante,
seguir, seguir,
seguir…
La noche
está estrellada
como un regio
tapiz
bordado
sobre el cielo
más negro
que añil.
Por “Los
Porches de Galicia”
daremos
principio y fin.
No os desperdiguéis,
gourmets,
que todo puede ocurrir.
En “Los Porches”
nadie había.
Me quedé tan
solo en mí
con las
Musas del Olimpo
y no paré de
reir
escribiendo
a troche y moche
versos de
pitiminí.
…………………………………….
El sábado se
levanta
con un
desayuno tal
que a pie
hasta San Pedro el Viejo
bien podemos
caminar
para admirar
el convento
y también la
catedral,
a los que,
si no lo impide
una u otra
autoridad,
deberéis, si os apetece,
algunas
fotos tirar
con el
móvil, ojo mágico,
pues hay
arte en cantidad.
Y además os
queda al lado
“La
Confiaza”, un colmado
de ultramarinos
genial
en que
damas, caballeros
y público en
general…
de todo lo
que desee,
y lleve
pasta euroral,
podrá
abastecerse a tope
o
solamente… mirar.
……………………………….
Después de
almorzar en pleno
caracoles,
peces, carnes
que nos
supieron a gloria
con un bacalao
potable,
visitamos lentamente
el Castillo
de Loarre,
fortaleza
militar
que ya nueve
siglos hace
como estampa
de frontera
frente a la
razia almohade.
Allí
extendemos la vista
por el
Gállego en la tarde
antes de
llegar al Reino
vertical de
aves rapaces
en que los
Mallos de Riglos
resultan
inexpugnables
para
nuestros pies cansados,
nuestros
pulmones sin aire
y nuestra
cabeza a pájaros
con pelos y
no plumajes.
Son sus
nombres aguerridos
como
Cuchillos y Alfanges
y atónitos
nos quedamos
sin poder
darlos alcance.
Quizá Paula
los subiera,
pero está
para un arrastre.
Vuelta a
Huesca. Ya es de noche.
Marcelino
que no pare
hasta que
llegue al hotel
Pedro de la
calle Parque,
como el
viernes superplácido
que aparcamos
por contraste
con fortuna
suficiente
entre lluvias
otoñales.
Y después…
Después, señores
y señoras
que Dios guarde,
a dormir
intensamente
y a soñar y
escaquearse…
jugando a
“las cuatro esquinas”
de bares y
restaurantes.
………………………………………
El domingo… con sol nace,
y a las diez
de la mañana
corre el
autobús por tierras
prepirineas
alzadas.
Al fin
Alquézar, la Villa
musulmana
modelada
por el Vero
en peñascales
de
estrepitosas cascadas…
No es punto
para los viejos
ni sus
agradables damas,
pero sube
que te sube
o baja que
te rebaja,
lo
atravesamos andándolo
bajo un
techo de aves grajas
que penden
del cielo azul
igual que
almas en volandas.
Abajo
plantas y arbustos,
arriba la
Colegiata
hermanándose
en la cumbre
con las
carroñeras águilas…
Yo me poso
en un café
y en su
terraza solana
fumo una
pipa de paz,
bebo una
Larios de Málaga
y escribo
furiosamente
esta crónica
ya larga
de Picardía
Viajera
que dorará
la nostalgia.
………………………………….
Adiós,
Carmen, guía culta
y oscense la
mar de guapa,
que nos has
entretenido
como una
Vestal de gracia.
Compañeros,
compañeras
de la
Asociación de Paula,
adiós con el
corazón
partido, que
por su raja
destila
sangre caliente
como el filo
de una espada.
¡Qué buena
fue la excursión,
qué densa
fue la escapada…
¡A Madrid,
la capital!
¡A Madrid,
la urbe y la casa
que a todos
nos va a acoger
tras
traspasar las montañas
de Huesca,
camino y vida
en este fin
de semana.
Descansen
sus señorías.
Marcelino,
muchas gracias.
Aduérmanse
en el trayecto,
tómense un
buchito de agua.
Volveremos,
volveremos
a Huesca, la
bien plantada.
91 8470225
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