una tarde de
otoño tenebrosa
sus sonetos
de Amor, joya imperiosa,
que apenas
con mis gafas entreveo.
Dios me lo
pintan, pero soy ateo
y en los
endecasílabos rimados
encuentro
mis esfuerzos sosegados,
que a solo
Amor adoro y en él creo.
¡Qué deleite
imbricar de verso en verso
las ataduras
puras de las rimas
con las que
juego y con las que converso!
Digo:
“cuidado, tú, que me lastimas”.
O digo:
“gracias, Musas”, al reverso.
91 8470225
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