doradas y
temerosas
le picaron
al papá
cuando se
fue más allá
de su césped
y sus rosas.
Le
acompañaban dos críos,
Héctor y
Alba se llamaban,
que por el
campo gozaban
a lo largo
de dos ríos
que del
peligro avisaban.
Pero fue
como si nada
les pudiera
suceder,
nada malo en
la jornada
en que
habrían de volver
con la cara
repicada.
Era un
verano creciente.
Volaban las
mariposas
lentas en el
medio ambiente
y pasaron
estas cosas
que el que
las cuenta no miente:
Que el papá
se sublevó,
que los
niños se rieron
y cuando el
picor cesó
corrieron
que te corrieron
hasta donde
bien sé yo.
Adónde
fueron no digo.
Es un
secreto pactado
de amigo a
amigo conmigo.
¡Qué bonito
que es el prado
si no
esconde un enemigo!
El enemigo
no avisa
de su
agresivo aguijón.
Hay que
evadirse de prisa.
Si te quedas
en camisa,
va y te
rompe el corazón.
Moraleja de
la vieja
a la que
avispa o abeja
en otros
tiempos picó
por meterse
en su cueveja
y de ella
hinchada salió:
Te servirán
en bandeja
91 8470225
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