Tienen pelotas los padres
cuando sus
hijos queridos
juegan “ar
furbo” a pegarse
como
malcriados críos.
Y entonces
van y se meten
en el campo
del contrario,
al que con
furia acometen
por faltar a
sus niñacos.
Quieren los
padres horteras
defender a
sus retoños,
y armados de
ira paterna
los
defienden puño en rostro.
El
cuadrilátero así es
campo de
minas sembrado
por brazos y
puntapiés
de las
bandas de ambos lados.
¿Hasta dónde
llegarán
los insultos
y desmanes?
Como el río,
hasta la mar…
si el daño
no hay quien lo pare.
Puño va,
patada viene,
lo que fuera
juego limpio
se ha
convertido en patente
juego sucio
de delito.
Porteros de
la decencia,
parad la
confrontación;
tarjeta rosa
y expresa;
líbrese solo
el balón.
Y fuera la
violencia,
la que las
gradas degrada
con “rómpele
ya la pierna”
y otra serie
de bobadas.
Si es que
esos padres bandidos
esperan
messis-ronaldos
de sus
capullitos hijos…
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