Quiere entrar mas no puede
el sol por
mi ventana,
su luz sí, y
ella me basta.
Buenos días
me dice
la
golondrina alada.
Se va y
tampoco pasa.
La lluvia,
niña fría,
con
insistencia llama.
Sólo veo sus
lágrimas.
Yo escribo locamente
superficiales
páginas
y me meso la
barba.
Cualquier
día me planto
con cuerpo y
alma
y echo a
andar sin amarras.
Precioso, Apuleyo
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