“Dejad que los niños
se acerquen a mí”,
dijo el buen Jesús
antes de partir
de Jerusalem
al huerto de olivos de Getsemaní,
huerto de oliváceos
de color aceituní.
Pero ahora sufrimos
su misma Pasión
y los niños no saltan
desde el balcón,
porque el coronavirus
burlón y matón,
los tiene enclaustrados
en la habitación
de su casa humilde,
que no casoplón
en el que el Iglesias
les da el biberón.
Hombres y mujeres
del gobierno inepto,
parad este virus
horrible e infecto
que los tiene aislados,
que los tiene presos
en una clausura
de gran sufrimiento.
Sufrimiento mental,
torpe, torpe, torpe,
físico y ambiental,
sufrimiento semejante
al que más no se verá
con tanto progreso
como dicen que vendrá
los manda mandamases
de esta época crucial.
Niños todos, a guardaros
un poquito más
sin la mano del abuelo,
sin la mano del papá,
sin la mano de la abuela,
sin la mano ni el compás
de los yernos y las nueras
que para eso ya no están.
Niños míos, no os perdáis
si de la mano del padre
o de la madre no estáis.
Veremos a ver aún cómo
en la calle os despacháis
con soltura y elegancia
y a la vez os columpiáis
en la pequeña distancia
que de ellos, al fin, sufráis.
a.sotopa@hotmail.com
918470225
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