lunes, 27 de abril de 2020

La desescalada


La desescalada empieza
con lentitud y torpeza
pues quiere el virus maldito
marcharse muy despacito;
así que tacto y cautela
sin poder ir a la escuela
de la mano del abuelo
al que no le luce el pelo.

La desescalada, ¡ah,
cómo me gusta bajar!
Pero ¿adónde se subió
el bichito matador?
A un pico de veintemil
fallecidos, ¡ay jolín!
sin querer descender de él
al llano del vivir bien.

Tramo a tramo, los vivientes
-ahora ya supervivientes-
tendremos que acomodarnos
a lo que vayan a darnos
de libertad los políticos,
esos superferolíticos
que gobiernan nuestras vidas,
dicen que “a manos tendidas”.

¿Tendidas a quién?, pregunto
porque es que este es un asunto
de capital importancia
y hay que darle relevancia
en el porvenir incierto
que se presenta ya mismo.
¿Volveremos al abismo?
¿Caeremos en desgracia?
Pues no le encuentro la gracia.
¿La encontrarán mis lectores?
¿Serán sus tiempos mejores?

Mucho me temo que no.
Por eso aquí digo yo
que de políticos tales
sólo hay que esperar más males
y de toda condición.
La mano en el corazón,
repito por caballero
que la vida es lo primero
y asegurárnosla deben
y, si no, que no se lleven
los sueldazos que se llevan
mientras otros mueren, penan.

Conclusión: Viva la vida
que a resistir nos convida;
será la desescalada
punto inicial de llegada
a nuestro propio destino
si madre Naturaleza
nos da fuerza y fortaleza.
Todo lo demás nos sobra.
Manos, manos… ¡y a la obra!

a.sotopa@hotmail.com
918470225

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