iba montada
la Gloria
de Madrid y
de los niños
hacia el
Portal de Belén
lleno de
Rosas y Lirios
con un
Clavel en el centro
que se haría
Crucifijo
por el amor
a los hombres
por los
siglos de los siglos.
Gloria bajó
del camello
y sin más le
dio sus libros
a Dios, que
había bajado
del celeste
paraíso
para
recibirla en carne
mortal y
blanca allí mismo.
-Lee, lee,
Rey de Reyes.
Lee, lee,
Diosecito.
Y Dios leyó
y aprendió
a ser humano
entre mimos
de una
Virgen, la dulcísima
madre que le
dio cobijo
en su
vientre de cristal
sin manchar
el puro vidrio.
Gloria a
Gloria, la poeta
que
escribiera Villancicos,
la mujer
vestida de hombre
con un
guisqui en Garbancito
que me decía
“Apuleyo,
si quisieras
ser mi hijo…”
y la voz se
le doblaba
y rompía
como un hilo.
Esa Gloria
Fuertes sabia
siempre la
llevo conmigo
como el día
en que la vi
niña-niña
entre los niños
versificando
la vida,
cruce de
tantos caminos,
divagaciones,
ensueños,
desengaños y
peligros.
¡Miradla,
subió a los cielos
91 8470225
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