Puñal en
mano entró en el PSOE,
que era la
su propia Casa,
y allí
desbarajustó
todo lo que
le quedaba
de
honestidad al Partido
la incasta y
brava Susana,
dejando al
pobre de Pedro
malparado
hasta las cachas,
despellejados
sus huesos
y cosido a
puñaladas,
tras tirarle
y desgraciarle
a locas por
las ventanas
de Ferraz,
Casa del Pueblo
que aún
sigue batida en armas.
Y lo hizo,
ay, a sí misma
y con
idénticas ganas
de morir en
la trifulca
en nombre de
Antonio Pradas,
el que elevó
a los cielos
y ahora a la
tierra le baja.
Ni con uno
ni la otra
está este
poeta a pachas.
Que
resuciten los muermos
es lo que
más deseara,
y que al fin
se recompongan
por el bien
de las Españas,
las que -la
verdad sea dicha-
son las más
perjudicadas,
sin comerlo
ni beberlo
ni jugar a
la baraja.
¡Ay Rosa
partida a trozos!
¡Ay Rosa
triste y mustiada,
no florida
como antaño
hasta llegar
Rubalcaba!
Ni Corcuera
abre la puerta
ni González
va y se calla.
Adiós, adiós
al Pesoe
que fue todo
y hoy es nada.
918470225
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