Al final de
Las Ramblas,
la estatua
de Colón
señala el
corazón
del mar que
nos ensambla
con la indiana
pasión
de España
por América.
¡Oh gallarda
ocasión
atlántica y
quimérica
que fomentó
la unión
de la
manzana esférica
con la
nación ibérica
para su
redención!
Allí, la
fundación
de ciudades
sin fin.
Allí, la
comunión
de uno y
otro confín.
Allí, la
extremaunción
de un
cristianismo afín
con las
gentes indígenas,
rituales y
aborígenas
talán talán,
tilín tilín…
Pero ahora
la CUP,
en su tonta
obsesión,
ha querido
-¡ay, Jesús!-
desmembrar a
Colón
y quitarle
-¡qué cruz!-
del azul
malecón.
Menos mal
que la Ada
Colau no le
ha aceptado
tan loca
pretensión.
¿Colón,
defenestrado
y aquí no
pasa nada?
¡A por otras
monadas!
Y le doy la
razón.
918470225
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