Antes, “todos a la cárcel”;
ahora, todos al indulto
después de haber amasado
fortunatas como pulpos.
Antes, todos atrapados
en arrebato convulso,
por violadores de niños,
criminales y corruptos.
Ahora ya a la pata suelta,
lejos de rejas y muros,
sin satisfacer la deuda
y echando al gobierno un pulso
los que por defraudadores
merecían ser reclusos.
Ahora, todos a la calle,
y que no quede ninguno
preso, para revolverla
en el Gamonal de Burgos
con pasión desaforada
y con muy supremo gusto
de los mismos, que son siempre
de sí mismos propios suyos,
tras haber dilapidado
un subterráneo conducto.
O haber pederestiado
y haber matado a lo bruto.
Lo que fuera desafuero
ya se ha convertido en humo;
se lo ha fumado Rajoy
como si fumara un puro
con la gran tranquilidad
que da un partido de fútbol.
“Pelotazos” semejantes
sólo Estrasburgo produjo
soltando a etarras ochenta
sin para nada presuntos.
Culpables hoy somos todos:
las víctimas, al sepulcro.
¡Qué cruz, Señor, ay, qué cruz
amparar a los verdugos!
Pero esa es la realidad
y este poema es trasunto
de tanta barbaridad
y tan imparable indulto.
De manera que ya estamos,
señores, hasta el prepucio
con la indulgencia colgando
de este gobierno de estultos.
Porque estulto no es el pueblo
sino el gran jurisconsulto
o ministro de Justicia.
Justicia, ¿cuál y a qué punto?
Nunca menos gallardón,
nunca en su hacienda más turbio.
Por estas y otras desdichas,
ahora voy y me lo emplumo:
por cobarde le denuesto,
por permisivo le imputo…
El poema es una broma,
pero de largo consumo;
broma, mas trágica, oiga
y lea, lector confuso…
Que carguen con sus memeces.
Y allá cada cual. Y punto.
a.sotopa@hotmail.com
91 847 02 25
No hay comentarios:
Publicar un comentario