Creo sincera
y bravamente que el periodismo nacional, autonómico y provincial de esta hora
está viviendo un nuevo Siglo de Oro por la brillantez de sus habituales
columnistas de papel en la prensa diaria.
Me refiero
especialmente a Alfonso Ussía, Luis María Ansón, Raúl del Pozo, Carlos Herrera,
Antonio Burgos, Luis Ventoso, Abel Hernández, Félix de Azúa, Arcadi, Salvador
Sostres, Cristina López Schichting, Isabel Sansebastián, Manuel Vicent, Juan Cruz
Ruiz, Julio Llamazares, Ramón Pérez Maura, Ignacio Ruiz Quintano, José María
Carrascal, Pedro G. Cuartango, Ignacio Camacho, Federico Jiménez Losantos, Juan
José Millás, Fernando Savater, Elvira Lindo, Luz Mellado, Elvira Sastre, Ángela
Valvey… y tantos otros y otras igual de ágiles y comprometidos/as con la
sociedad de su tiempo. Son auténticos/as estilistas del idioma que orientan barrocamente al ciudadano por
donde va la política para que sepan discernirla con nitidez, lejos del
“pensamiento único”, que, a pesar de todo, todavía sigue dominante, porque el
poder político es muy poderoso, valga la redundancia. Precisamente por la
política, hinchada sanchescamente de inútiles jerifaltes, que a su vez se
rodean y escudan en una barahúnda de “expertos” comisionados para esto y para
aquello y para no sé qué. Debería suponerse que el ministro del ramo, de
cualquier ramo o actividad –industria, sanidad, hacienda, comercio, educación,
fuerzas armadas, etc, etc,- debiera estar perfectamente preparado para dirigir
con dignidad, sabiduría y acierto su ministerio. Pero parece que no. Entonces
¿por qué los nombran? ¿Por qué amplifica Sánchez a 23 miembros y miembras el
Consejo de Ministros y Ministras paniaguados? ¿Por qué no nombró ministro a uno
solo de sus sobresalientes “asesores expertos?”. Tiene gracia la cosa si no
comportara una contabilidad asombrosa y abusadora de las arcas del Estado, que
son para todos y no solo para unos pocos beneficiados.
Acordaros del siglo XIX con sus vueltas y revueltas militares y políticas, que produjeron a los Larra, los Espronceda, los Mesonero Romanos y otros cuántos y cuántos escritores-periodistas concienciados. La literatura siempre, y ahora más, ha estado uncida a la Política, y es cuando más ha estado florecida con lengua bífida.
En esas
mismas situaciones de desfalco nos reencontramos. Que pare de una vez por todas
tanirresponsable derrochidad.
Mientras
tanto, gloria y honor y seguimiento puntual a los atrevidos periodistas que
denuncian a diario a qué extremos inmorales hemos llegado.
Por fin, no
quisiera dejar de citar a otros prestigiosos críticos periodistas que han
estado hasta hace poco a nuestro lado y de los que tanto hemos aprendido.
Sirvan para eso los siguientes ejemplos: David Gistau, Francisco Umbral, Martín
Abril, Manuel Alcántara, Jaime Campmany, Manuel Martín Ferrand… y ya más atrás,
pero no menores: Julio Camba, Camilo José Cela, Álvaro Cunqueiro, Manuel
Halcón, Joaquín Romero Murube… la intemerata.
918470225
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