El Niño
Jesús
en la
Nochebuena
demandó la
cena.
Dame de
mamar,
le dijo a
María
con el frío
que hacía.
Y la Virgen
pura
a la
Criatura
le acercó el
pezón.
Entonces
José,
se ignora
por qué,
dejó de
serrar.
La sierra en
el brazo,
fue a darle
un abrazo
a su dulce
Hijo.
Nunca un
padre hiciera
eso a su
manera
tan
delicadísima.
Y es que en
entretanto
también besó
el santo
a María
Santísima.
El caso es
que el buey,
como era de
ley,
calló y se
aguantó.
La mula rió,
el río
corrió,
el cielo
bajó.
Llovía,
nevaba
y la puerta
estaba
blanca,
blanca, blanca.
Misterio
divino.
Gracias al
que vino
porque nos
convino.
Solo en
Navidad
se entrañan
Camino
91 8470225
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