En el nombre de tu hijo
Tomás de la Flor,
azor cazador
a tiro fijo
que fue y me dijo
que estabas a la espera de mi amor…
tómatelo,
yo te lo doy hoy como un señor.
Y es un grato honor,
Paquita, celebrar
el Día de la Madre
contigo que supermadre
y abuela sin parar
allí donde le cuadre
al niño grande estar
por sierras y riberas
cercanas o extranjeras
de andar, andar y andar.
Míralo aquí
con Tomi Tomasín
haciendo de las suyas, y Lorena,
cual una luna llena,
bella, bella y superbuena,
untándose el carmín
en sus labios y pómulos sin fin
de Venus serena,
colorín, colorín.
Pues te queremos todos,
reclinamos los codos
en la mesa comensal
y decimos adiós
al postre tras el arroz
con conejo sustancial,
mezclado en su salsa y sal
y alzados a viva voz.
Vayan por ti, vayan por Dios
y siempre entendámonos,
por favor.
Ruega y ruega por nosotros
y por los playeros otros
que se fueron junto al mar,
-como Laura, Aitana, Andrés,
dos piezas y un solo pez-
a enarenarse la piel,
surfear y golfear,
soñar y marisquear…
Paquita: ¿Para qué más?
Cállome, ya tú verás
cómo en este tiempo ardido
quedará resplandecido
cual un oro, cual un as,
el amor correspondido
cada día más y más.
¿Te lo digo repetido?:
Paquita, no hay más que hablar.
a.sotopa@hotmail.com
918470225
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