Te veía venir, oh Primavera,
con un pensil o colladera
de flores tempraneras de pasión.
Y eras así vestida
como una novia prometida
al masculino corazón.
Los pies descalzos, finos,
para andar por los caminos
reverdecidos de ilusión.
Te veía venir y ya llegaste,
brillante engaste
del campo en eclosión.
Gracias, señora,
por la innúmera flora
que el invierno longevo me negó con tesón.
a.sotopa@hotmail.com
91 847 02 25
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