Van los cazadores
a la caza, madre.
Yo me voy con ellos
a que me dé el aire.
Campo, campo, campo.
entre los pinares
cien tiros al blanco.
Hemos madrugado
con el alba a cuestas.
No veas qué montes,
qué a ves, qué fieras.
Corre que te corre
galopando a tientas
el silencio se oye.
Ya estamos de vuelta.
Cuelgan del arzón
las piezas cobradas
con y sin razón.
¡Pero es tan airosa,
ay, la equitación,
que soy cazadora!
Fue un buen cazador
el que en mí hizo diana
y el que me enseñó
a que disparara.
¡Oh flechas de amor,
que nadie las lance
más que al corazón!.
(Dedicado a Lorena Pérez Galisteo,
la más bella montera que conocí nunca)
a.sotopa@hotmail.com
91 847 02 25
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