La tarde se ha extasiado lloviendo,
no sabía otra cosa que hacer,
recogida en sí misma como en un balde de agua.
Estaban las palmeras hasta la coronilla,
taciturnas, espesas,
pensando y más pensando no sé qué,
y yo como ellas.
Así que el tiempo se ha adensado,
y aunque parecía no correr, se ha ido,
barrido por la lluvia y en silencio.
Y es la noche.
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